Saint Seiya Yaoi Fics RPG Last Sanctuary
Last Sanctuary Yaoi

Mi único deseo [Binan Koukou Chikyuu Bouei-bu Love], (Akoya x Kinshiro)

« Older   Newer »
  Share  
Fukuro-Honda
view post Posted on 29/7/2016, 02:43     +1   -1




Genero(s): Romance, drama, magia, AU, oneshot.

Disclaimer: Los personajes que salen en este fic no me pertenecen, los derechos de autor están reservados para Kurari Umatani y el equipo de producción de dicho anime.

Este es el primer fic que subo por aquí, espero que este fic sea de su agrado, comentarios y sugerencias siempre serán bien recibidas.


__________________________________________________________________________________________

El joven de blancos cabellos se acercó al ventanal, tras abrirlo salió al balcón y desde allí contempló el cielo lleno de estrellas, en el firmamento no había nube alguna que opacara el brillo de los luceros, era igual a aquel día en el que pidió a una estrella que su amistad jamás terminara.

–Atsushi– Murmulló mientras recargaba sus manos sobre el barandal, y alzando la vista apretó los dientes –Fue tonto haber pedido aquel deseo…Después de todo nuestra amistad no pudo perdurar– Con recelo miró las constelaciones, como si en ellas estuviera la culpa.

No podía ocultar que en su mente no había otra cosa a parte de los recuerdos que tenía al lado de aquel chico de lentes, al que alguna vez pudo llamar mejor amigo, por tal motivo el corazón le pesaba a cada instante que vivía distanciado de él. Dolor, tristeza, arrepentimiento y odio era lo poco que guiaba su vida. Él, que se atrevía a decir que no extrañaba a ese chico sabía a la perfección que sus sentimientos le decían otra cosa.

Recordó el rostro de su antiguo amigo sonriendo, al lado de él se encontraba un chico de cabello amarillo y ojos azules. Ver a ambos felices le hacía estar al borde del colapso, debatiendo su mente entre la ira y la melancolía –No lo necesito…ni siquiera me importa lo que haga.

Una luz en el cielo logró llamar su atención, se trataba de una estrella fugaz –Podría ser que…– Bajó la mira, mas prontamente juntó sus manos en gesto suplicante y susurró un nuevo deseo –Quiero estar a su lado, permíteme encontrarme con él una vez más para arreglar las cosas– Lentamente abrió sus ojos, la estrella había desaparecido, dejando detrás de ella una estela plateada –¿Cómo es posible que siga haciendo este tipo de tonterías? Está claro que mi deseo no se cumplirá, al igual que hace años…Pedirle deseos a las estrellas es cosa de niños– Acongojado, regresó adentro.

Se recostó en la cama y cerró los ojos para poder descansar, sólo así podría olvidarse de sus problemas y de todo aquello que mantenía acorralado a su corazón. Estando en completa oscuridad escuchó una voz que le hablaba entre sueños:

–¿Qué es lo que tu corazón anhela?–Preguntó una voz suave.

–No estoy seguro– Al abrir sus parpados vio un lugar completamente negro, no había nada ni nadie más a parte de él, sí podía ver era gracias a una luz blanca que envolvía su cuerpo.

–Te cumpliré un deseo pero será el que tu corazón me pida– Volvió a escuchar aquella voz.

Kinshiro miró a su lado derecho y después al izquierdo sin localizar a quien le hablaba, un suspiró muy leve salió de sus labios y alzó su mano diestra a la altura de su pecho, viendo la palma de esta –¿Cómo podría saberlo, lo que en realidad quiero?– Entrecerró sus ojos algo confundido.

–No estás escuchando a tu corazón, le has estado evitando todo este tiempo. El temor es el mismo que nos lleva a sufrir pérdidas, es como una barrera que nos limita al tratar de alcanzar una meta y si no te deshaces de ella jamás podrás avanzar hacia adelante…Quiero que cierres tus ojos y escuches lo que hay en tu interior, de esa manera obtendrás la respuesta.

Tal como la voz se lo pidió, cerró los ojos y pudo escuchar el sonido que hace el agua al caer –¿Lo que en realidad quiero?– Poco a poco el sonido del agua se transformó en el de las hojas meciéndose y en pensamientos vio un parque cubierto por flores de durazno y frente a él había un joven, de quien no podía ver el rostro pero sí su sonrisa –Amor– Pronunció sin estar consciente de ello .

–Lo tendrás– Al escuchar esto el albino abrió los ojos, percibió una corriente de aire congregándose alrededor de su cuerpo, que cada vez agarraba más y más fuerza hasta que le obligó a cubrir su rostro con su antebrazo. Cuando la corriente desapareció una esfera de luz dorada bajó hasta quedarse suspendida en el aire, justo frente al albino.

–¿Qué es esto?– Alzó ambas manos sosteniendo en ellas la esfera, tan pronto como lo hizo la luz tomó una nueva forma, revelando una tarjeta con rosas entrelazadas por los tallos y formando en el centro un rombo, por la apariencia y el color pudo darse cuenta de que se trataba de un naipe.

–Dale la vuelta– Sugirió la voz con un deje de diversión.

El albino le obedeció y giró la carta dejando a la vista la figura de una pica –¿Un as de picas? ¿Por qué me das esto?

–Esa carta te representa a ti, una persona que ha vivido entre adversidades pero que a pesar de todo se ha mantenido de pie. Obstinado y perfeccionista, ese eres tú…Cuando llegue el momento la carta cambiara para indicarte que has encontrado lo que buscas, el amor será lo único que logre transformar una carta negativa y hará lo mismo con tu vida, tú sabrás quien es esa persona especial que hará realidad el milagro.

–Espera, ¿Estás hablando de…él? Eso tiene que ser imposible– Agarró con más fuerza la carta, al mismo tiempo su rostro se mostró afligido, pero apenas tuvo tiempo para asimilar las cosas puesto que la poca luz que le dejaba ver en la oscuridad comenzó a desvanecerse poco a poco.

Los rayos del sol le hicieron despertar, al sentarse sobre la cama puso una mano en su frente, por algún motivo se sentía mareado –Fue un sueño– Miró las sábanas con la vista borrosa, debía seguir adormilado, en un parpadeo volvió a ver claramente y el dolor de cabeza se calmó un poco. Se sobresaltó al girar la vista y encontrar un naipe encima del mueble que estaba al lado de su cama, en efecto era el mismo as de picas que recibió en el sueño.

–¿Entonces tengo que encontrarlo?– Durante un instante se mantuvo en completo silencio, analizando la carta y haciendo memoria de aquel sueño, como arte de magia sus labios dejaron brotar una pequeña sonrisa –Es mi oportunidad– Salió de la cama y se dirigió al baño para ducharse, se apresuró a arreglarse y tan pronto como pudo se fue camino a la escuela.

En la avenida se detuvo a contemplar los pétalos rosados de las flores de durazno, si no mal recordaba en sueños había visto árboles parecidos –Me pregunto sí…– Dirigió la vista al frente, quizá esperando a que alguien llegara.

–Disculpa– Le hiso reaccionar la sensación de un toque sobre su hombro –¿Podrías ayudarme a llegar a la Preparatoria Binan? Soy nuevo en la ciudad y no conozco a nadie pero tu uniforme me dice que vas al mismo lugar que yo– Sonrió un joven de cabello rosado.

–Ah– Se expresó decepcionado por pensar que sería otra persona –Sí, te enseñaré el camino…Ven, sígueme.

–Muchas gracias– Juntó sus manos y se inclinó en una pequeña reverencia –A propósito, mi nombre es Akoya– Le tendió una mano.

–Es un gusto, yo soy Kinshiro– De reojo miró la mano del pelirrojo, sin embargo, no la tomó. En lugar de ello siguió el camino que llevaba hacia la escuela, detrás de él iba su nuevo compañero de ojos celestes, que no dejaba su alegre expresión ni por una milésima de segundo.

–No tiene mucho que me mudé desde Alemania, aunque en realidad nací en Japón viví más tiempo allá. Tuve que mudarme por el trabajo de mis padres, son empresarios y es muy difícil para ellos permanecer en un lugar fijo. Cuando llegué pensé que estaría solo durante todo el año (como de costumbre) y que nadie me hablaría pero, luego de conocerte me dio una esperanza– Caminaba a la par del albino y sus ojos se centraban en el rostro de este –Debes de ser muy popular en la escuela, tienes un aire de elegancia y un perfil hermoso, quiero que seamos amigos.

Con todo apenas y consiguió hacer que Kinshiro le mirase –Hablas demasiado– Siguió sin molestarse en contestar a lo dicho por el pelirosa.

–Oh, discúlpame…Eres mi primer amigo y me emocioné demasiado, por lo mismo de que estoy de un lado a otro no he tenido el tiempo suficiente para entablar amistades– Cerró sus ojos con una sonrisa más modesta.

El ojiverde se encogió de hombros pues para ser honesto no le desagradaba del todo su nuevo amigo, además podía entenderlo a la perfección, conocía bien la soledad y sabía lo que significaba no tener a nadie a quien llamar “amigo”.

–Llegamos– Se detuvo al estar frente a la entrada de la escuela –Si me disculpas debo de encontrar a alguien– Pasó de largo al pelirosa para luego perderse de la vista de este.

–Adiós– Apenas y pudo despedirse por la pronta ida de su amigo –Ahora, ¿En dónde estará mi salón?– Caminó sin conocer su rumbo, no era de extrañar que se perdiera en una escuela tan amplia, tan sólo el patio medía lo mismo que un estadio, y el desconocer el área no facilitaba las cosas.

Por lo mientras, el albino se dirigió a la parte de atrás en donde se situaban la biblioteca –Tiene que estar aquí– En aquel lugar había visto más de una vez al joven de lentes antes de que comenzaran las clases y ese día no representó una excepción, en la entrada estaba el joven peliazul acompañado de otra persona, al ver a ambos Kinshiro se escondió. Permaneciendo como simple espectador escuchó la plática que mantenían aquellos dos.

–¿Qué es lo que tenías que decirme En-chan?– Ladeó la cabeza el chico de lentes.

–Quiero que salgas conmigo– Dijo sin titubear el de melena rubia, causando el sonrojo de su amigo.

El albino cerró su puño y recargó su cara en la columna que le estaba sirviendo como escondite, dentro de él sentía un fuerte dolor, mucho más intenso que el ocasionado por sus recuerdos –¿Por qué? ¿Por qué pasó esto? ¿Es que acaso todo era una mentira?– De uno de sus bolsillos sacó el naipe negro –Por eso no debí de confiar en estas tonterías– Guiado por el enojo lanzó la carta.

–¿?– Se agachó para recoger el naipe que había caído cerca de sus pies –Kinshiro, se te cayo esto– Se le acercó, devolviéndole la carta.

–Quédatela, no la necesito– Iba con la mirada baja, queriendo ocultar las lágrimas que se habían filtrado por sus ojos. Cuando quiso pasar al lado del pelirosa, este le detuvo tomándolo del antebrazo.

–¿Qué te paso? ¿Esto no es solo por la carta, verdad?– Le miró con una sonrisa compasiva pero llena de tristeza –Eres mi primer amigo y no quiero verte llorar, déjame hacer algo por ti.

–No hay nada que puedas hacer– Su brazo se alzó para cubrir su rostro y limpiar las pocas lágrimas que habían llegado hasta sus mejillas. De pronto sintió su cuerpo detenido y escuchó con fuerza el palpitar de su corazón, como si fuera obligado giró para ver a Akoya –¿Él?...¿Por qué me siento así estando a su lado?– Pensaba, manteniendo su vista fija en el rostro del pelirosa.

–Puedo intentarlo– Llevó su mano hasta la mejilla del albino y le acarició con la delicadeza de las olas que mecen las aguas del mar –¿Quién te ha hecho esto? Dime y le haré pagar por hacer a tan bellos ojos llorar– Inclinó sus labios en una sonrisa que buscaba consolar al albino.

–No importa– Agarró la mano del pelirosa sosteniéndolo entre la suya y por primera vez le miró a los ojos –¿Quieres que te acompañe a tu salón? Como eres nuevo necesitaras a alguien que te enseñe la escuela– Viendo a través de aquellos ojos celestes consiguió recuperar la calma que había sido alterada por el enojo, así pues, el tono con el que hablaba ahora se mostraba tranquilo.

–¿En verdad harías eso por mí?– Su rostro se iluminó con gran alegría al ver cómo el albino asentía –Se te olvida algo– Le retuvo poco antes de que diera su primer paso.

–¿De qué se trata?– Le miró con desconcierto.

–La carta– Respondió con una nueva sonrisa.

–Eso…de verdad no la necesito– Desvió la mirada, aquella carta ligaba el recuerdo de su deseo con el mal sentimiento que acababa de tener al ver a su antiguo amigo con aquel rubio.

–Pero esta carta te pertenece– Acercó el naipe besando la parte trasera –Las cartas eligen a su dueño y si esta llegó a tus manos es por una razón, debes conservarla– Se la entregó al albino boca abajo.

–No estoy muy seguro de que esto tenga un motivo para estar conmigo, da igual, gracias– La guardó y sin más se dirigió al edificio principal de la escuela.

–Es muy pronto para que lo digas…¡Oh! Yo sé hacer magia con las cartas, puedo enseñarte si quieres.

–No creo en esas cosas– Para mostrar su incredulidad sonrió –Son puros trucos los que hacen los magos.

–No pienses así, la magia existe y puedo probarlo– Hizo aparecer una carta en sus manos –¡Tadan! ¿Lo ves?– Celebró con aire de triunfador.

–No puedes engañarme, tenías eso escondido debajo de la manga– Contestó sin asombro alguno.

–E-Eso no es justo, ¿cómo lo supiste?– Suspiró el pelirosa.

El albino se detuvo al darse cuenta de la imagen de la carta –¿Eso es…?– No terminó de formular su pregunta y aun así el pelirosa supo entender de qué hablaba.

–Es un as de corazones– Miró la figura del naipe como si esta le trajera grandes recuerdos –Esta carta significa mucho para mí, porque me identifico con ella– Esta vez miró al albino –Alguien me dijo que un día esta carta cambiaría de color pero soy tan impaciente que busqué una forma de hacer que cambiara lo antes posible, desde entonces he practicado magia pero “mis trucos” no hacen que la carta se transforme…quizá sea porque aún no encuentro a esa persona– Un suspiro hizo su sonrisa borrarse, tan solo por un instante –Es curioso que tú también tengas una carta, ¿dime tú también estás buscando a quien cambiara tu carta?

–Así es…– No pudo ocultar dicha verdad –Me siento tonto aceptándolo pero quisiera encontrar a esa persona– Se detuvo negando con la cabeza –No, yo ya he encontrado a esa persona pero…– Sacó la carta imaginando el rostro del joven de anteojos, por consecuente su expresión decayó al grado de tornarse como antes, el pelirosa, al notar esto sonrió ampliamente.

–Pon tu carta boca abajo– Él se había adelantado a hacerlo y apenas el albino hizo lo mismo suspiró –Cuenta hasta tres y luego voltéala de nuevo.

–Esto no tiene sentido, yo…

–Uno– Comenzó el pelirosa, en vista de que su amigo se negó a hacerlo.

–Akoya, no sigas, estás cosas no funcionan– Insistió con necedad.

–Dos– Continuó sin importar lo que el albino le decía –Y tres…Voltéala– Le animó para que siguiera con el juego.

–Está bien– Resignándose pegó un suspiro y le dio la vuelta a la carta, quedando estupefacto al ver que esta había cambiado –¿Un as de corazones? ¿Pero cómo?– Alzó la mirada y vio al pelirosa, que a su vez le mostró la carta que tenía entre sus manos, era el as de picas.

–Te dije que sabía hacer magia– Le sonrió con el candor de un niño que acaba de conseguir un gran logro –Me quedaré con esto hasta que encuentre su verdadero color así que por favor cuida muy bien la mía, dejaré mi vida en tus manos.

Kinshiro sintió sus ojos humedecidos al ver ambas cartas, dio un pequeño parpadeó y finalmente le sonrió a Akoya asintiendo –Lo haré, cuidaré bien de tu corazón a cambio de que tú cuides mi alma– No iba a terminar de entender por qué se sentía tan conmovido, pero sí estaba consciente de algo: Había conseguido un verdadero amigo.

Los dos siguieron hasta llegar al piso de primer grado y frente al tercer salón se detuvieron –Yo me quedo aquí, nos veremos luego– Se despidió el ojiazul.

–Te veré luego– Dicho esto, el albino se retiró aun sosteniendo la carta en su mano derecha.

–No pude decirte que ya encontré a la persona que es especial para mí– Susurró el pelirosa al estar solo. La carta que tenía en sus dedos emitió un pequeño brillo, que cubrió la parte de enfrente y tan pronto como el resplandor se esfumo la carta se volvió un as de corazones –Uno mismo no puede cambiar el color de su carta, para que esta cambie debe de estar con la persona que comparta tus sentimientos, pues solo esa persona lograra trasformar el color…Gracias por permitirme cambiar tu carta– Miró por el pasillo vacío, desde hace un rato que el albino se había alejado.

Kinshiro se detuvo al pie de la escalera, presintió que algo había pasado, entonces posó su mano en su pecho sintiendo sus latidos con más fuerza, esa sensación la había tenido antes al estar con el pelirosa… ¿Pero por qué volvían ahora esas pulsaciones?

Para comprobar que seguía dentro de la realidad, miró la carta que sostenía pero esta se iluminó momentáneamente y al apagarse se transformó en un as de picas –¿Volvió?...Es un error, esta es la carta de Akoya– Pegó la carta a su frente y con los ojos cerrados simuló una sonrisa –Ahora entiendo, mi carta debía cambiar con la de esa persona, de esa forma yo tendría su corazón y él el mío…Permití que alguien entrara en mi corazón, supongo que desde un principio esa persona no era quien yo creía.

El sonido de la campana le sacó de sus pensamientos pero no por completo, subió las escaleras y se dirigió al salón mientras que seguía sujeto a la única idea que rondaba su mente…¿Aquel encuentro había sido más que una coincidencia? Mientras más lo pensaba caía en cuenta de que algo cambió dentro de él en el instante en que sostuvo la mano del pelirosa y que eso claramente era más que una casualidad.

Esperó a que las clases terminaran para ir a buscar a Akoya, tuvo suerte ya que él se había adelantado a encontrarlo.

–Hay algo que tengo que decirte– Habló primero el albino.

–Yo también– Le mostró la carta que tenía guardada –Tengo que devolvértela ahora que ha cambiado.

El albino tomó la carta y buscó en su bolsillo la otra para regresársela al pelirosa –Esto te pertenece.

Al ver su carta esbozó una gran sonrisa y al tenerla entre sus manos la sostuvo cerca de su corazón –Gracias, ahora significa mucho más para mí– Le dio un beso al albino sobre la mejilla y soltó una risita al ver sus mejillas teñidas de rojo –Te quiero “amigo”.

–¿P-Pero qué dices?– Se cubrió el rostro para no tener que ver al pelirosa, a estás alturas ya había notado su sonrojo y eso simplemente le hacía estar más apenado.

–Sólo digo la verdad…Te diré algo más, el as de corazones representa a una persona sensible, es así como soy y por eso no temo expresar lo que hay en mí– De la nada abrazó al albino, sentía entre sus brazos el cuerpo de este tensándose, a pesar de ello no lo dejó –No me importa esperar para oír tus sentimientos.

–Esto es nuevo para mí– Sus manos comenzaban a reaccionar, se posaron alrededor de la espalda del pelirosa –Nunca había sentido algo así por una persona que apenas y conozco, por eso me cuesta decirlo– Recargó su cabeza en el hombro de Akoya –He pasado por tantas cosas que temo ser lastimado.

–No debes preocuparte, yo no haré tal cosa, estoy aquí para cuidar de ti– Le acarició la cabeza y jugando con sus cabellos se acercó para darle otro beso en la comisura de los labios.

–G-Gracias…tal vez no pueda ahora pero un día te dejaré escuchar mis verdaderos sentimientos.

–Esperaré, por lo mientras puedo decirte que tú ya tienes mi corazón entre tus manos– Bromeó separándose de él –Desde ahora me quedaré a tu lado.

………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………


“No aceptes los latidos vagos
pero yo conozco lo que grita tu corazón,
aquello que ocultan los latidos.


La espada y el corazón danzan juntos
a la par de una canción
que hemos formado al estar ocultos.

Teñidos de un color equivocado
esperando a mostrar la verdad
que en el camino ha errado
por una desvanecida amistad


En ti el dolor,
en mi la soledad
en lo profundo de la oscuridad
surge el amor”





………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………

Casi colgado del brazo del albino caminó fuera de la escuela. Aunque cabizbajo por la verguenza, el ojiverde le seguía y en su rostro podía verse una sonrisa que había surgido con una pureza única, la misma que surgió al encontrar lo que buscaba: un amor que iluminara su vida. Comenzaba a dudar que la magia o los milagros fueran falsos, incluso el pedirle un deseo a una estrella dejó de parecerle tonto.

“El tiempo no traiciona los sueños”



Su rostro se había vuelto más alegre con la mirada angelical de su acompañante, que poco tiempo le daba para prestar atención a otra cosa que no fuera él, ni siquiera podía pensar en algo más cuando hablaba con él. Agradable era la palabra que describía su sentir al estar con el pelirosa….
 
Top
0 replies since 29/7/2016, 02:43   4 views
  Share